miércoles, 26 de junio de 2013

Dejándole ser


Dejándole ser


Eduardo de la Serna




Dicen que es la ternura,
o alguna nota curiosa,
pero que ya no tiene barba,
que ya no mata, ni acosa.

Dicen que no es malhumorado,
que no es espina, y sí rosa,
que no marca autoritario
con cárcel, picanas o esposas.

Dicen que mira a los ojos,
y que nos besa su boca,
que ya no usa balanza
sino la rima o la prosa

para cantar a los suyos,
y que cuando bailan goza.
Dicen que lo vieron sonriendo
hasta por una flor hermosa,

y llorando cuando otros lloran,
compasión misericordiosa.
Dicen que no tiene nada
porque vació toda su bolsa

dándole todo a los suyos
en una fiesta ruidosa
pero también camina junto
a la marcha temblorosa.

Dicen que nunca entendió
esa sombra bochornosa
que lo mostraba enojado
con una venganza espantosa,

y que mandaba al infierno
a cualquiera por cualquier cosa.
Dicen que se conmueve,
con una mirada amorosa

y cambia fácil en el camino
sacando las piedras y rocas.
Dicen que se sacó la barba,
que su cara es negra y no rosa,

que habla en tzeltal y aymara
que canta, baila y trasnocha,
que toma mate en los ranchos
y que duerme en hamaca o en choza.

Dicen que nunca fue
como lo mostraron otrora
dicen que es Padre y que es Madre,
dicen que es Dios, también Diosa.


 foto de la Capilla de la Masacre de Acteal, México

martes, 25 de junio de 2013

Comentario 13C


Jesús nos invita a un camino exigente

Domingo 13º ciclo “C”

30 de junio

Eduardo de la Serna



Lectura del primer libro de los Reyes     19, 16b. 19-21


Resumen: Elías recibe un encargo de Dios y debe invitarlo a Eliseo a colaborar con él. En una opción “existencial”, Eliseo deja todo para acompañar a Elías y continuar su ministerio.

El llamado “ciclo de Elías” muestra una serie de historias, quizás leyendas, e información del profeta. Presentado por momentos con semejanzas que aluden a Moisés, despliega aspectos muy tradicionales. La sequía, y posterior matanza de los profetas de Baal pone en riesgo la vida del profeta: la reina Jezabel ha decidido acabar con él. Esto lo decide a “ir a las fuentes”. Suele ser frecuente que en los momentos de crisis, el encuentro con los orígenes aporte claridad para pensar. Elías va al Horeb (no es este el lugar de discutir si el Horeb y el Sinaí son la misma montaña. Quizás no lo sean, pero desde temprano se las identificó; cf. ver Ex 19,16-20 y Dt 4,10; Ex 32 y Dt 9,7-21; Sal 106,19; Sir 48,7; Mal 3,22). Allí en el Horeb, Elías se encuentra con Dios que le confirma el envío y la misión profética. La llegada a la montaña y entrada en la cueva (quizás la misma hendidura de Moisés, Ex 33,22) hacen que Yahvé pregunte a Elías qué hace y este responda (19,9b-10). Dios se le manifestará en el “ruido del silencio” (vv.12-13a). Luego de esto, Elías sale de la cueva y Dios le formula la misma pregunta, “¿qué haces?” y Elías da la misma respuesta aludiendo al “celo” (19,13b-14), pero ahora Dios lo envía a desandar el camino. Este envío implica una misión: ungir a dos reyes (de Aram y de Israel) y quizás también un profeta (en realidad no se unge a los profetas, por el paralelo con los reyes quizás indique simplemente que Eliseo será “instituido”, o “proclamado”). Yahvé les encarga hacer con los que han olvidado a Dios lo que ellos mismos han hecho, en una característica aplicación de la Ley del Talión. En el camino de regreso, Elías encuentra a Eliseo y empezará a hacer lo que Dios le ha dicho. La lectura de la liturgia presenta solamente una pequeña parte del v.16, necesaria para comprender la escena (el encargo de Dios a Elías de “ungir” a Eliseo) y la escena del encuentro de ambos, el llamado y seguimiento.

Pero la semejanza con la perícopa anterior (y necesaria para comprender el contexto del llamado a Eliseo) no se agota en lo anecdótico:

Yahvé
Elías
“pasaba” (y Elías lo ve) v.11
“pasó” Elías (y arroja el manto a Eliseo) v.19
“anda y vuelve” (dice a Elías) v.15
“anda y vuelve” (dice a Eliseo) v.20

La referencia a doce yuntas de bueyes hace suponer que la situación de Eliseo es acomodada (ver Lc 14,19). Elías le arroja el manto, que es importante en el ministerio de Elías (ver 19,13: con “el manto” se tapa el rostro en el Horeb ante Yahvé que se manifiesta en el “ruido del silencio”, con él, divide las aguas del Jordán (2 Re 2,8), y al elevarse al cielo su manto cae y Eliseo lo recoge (2,13) y también con él divide las aguas del Jordán (2,14) [es interesante notar que este término (’adarat) no es muy frecuente en el AT y fuera de aquí sólo lo encontramos x1 en Gen, x2 en Jos, x2 en Zac y x1 en Ez y Jon, pero en Ez y x1 en Zac en el sentido de “esplendor”]. En realidad, Elías más que “ungir” a Eliseo, le arroja el manto que parece aquí una suerte de comunicación de “ministerio”.

Despedirse de sus padres es un signo de disponibilidad al llamado, y Elías lo consiente sin dificultad. “¿Qué te he hecho?” parece algo semejante a “decídete”, y Eliseo lo hace. “Ir detrás” puede significar una opción de vida, como por ejemplo “ir detrás de los ídolos” (Dt 4,3; 6,14; 8,19; 11,28; 13,3.6.14; 28,14.36; 29,25…) o “ir detrás” de Yahvé (Dt 13,5), o del Arca (Jos 6,8.9.13). En este caso (vv.20 y 21) Eliseo “va detrás” de Elías rumbo a la misión que Yahvé le ha encomendado.

Eliseo mata los bueyes con los que araba y da de comer a los suyos. Esto se lo ha interpretado como un “sacrificio” religioso (el verbo es los libros de los Reyes siempre indica “sacrificios y holocaustos” y no una comida común) pero no hay una liturgia, quizás se trate de un “sacrificio de comunión” (1 Re 8,63). Luego de ofrecer una comida a todos “fue detrás” de Elías y se puso a su servicio. Se afirma que Josué era “servidor” de Moisés (Ex 24,13; Jos 1,1); Aarón está al “servicio” de Dios (28,35.43) como lo está la tribu de Leví (Dt 10,8) y Samuel (1 Sam 2,11) como lo son todos los que “hacen su voluntad” (Sal 103,21). Se afirma, por otra parte de las personas que están al servicio o empleadas de otra, pero nunca se dice de alguien en cuanto discípulo.

Nos encontramos con un llamado como los de Saúl y Amós (1 Sam 11,5-6; Am 7,14-15). Eliseo deja posesiones, trabajo, deja todo y lo sigue. Pero Elías no lo unge, sino que al haberte tirado el manto, Eliseo lo sigue.





Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Galacia     5, 1. 13-18

 
Resumen: Pablo propone dos miradas contrastantes: libertad y esclavitud, carne y espíritu. Y exhorta a los gálatas a dejarse conducir por el amor que nos hace tender hacia los demás para edificarlos, y esto lleva a tener la fuerza interior que viene de Dios (= espíritu) para dar frutos en la comunidad.

    Yo los exhorto a que se dejen conducir por el Espíritu de Dios, y así no serán arrastrados por los deseos de la carne. Porque la carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne. Ambos luchan entre sí, y por eso, ustedes no pueden hacer todo el bien que quieren. Pero si están animados por el Espíritu, ya no están sometidos a la Ley.


 Como muchas cartas de Pablo, la carta a los Gálatas tiene una parte que podemos llamar “teórica”, o “doctrinal”, y una parte “práctica”, o “exhortativa”. Como es razonable, en esta última parte predominan los verbos en imperativo (además de la frecuencia del verbo “exhortar”, obviamente). En este caso, en 5,1 parece comenzar esta parte que abarca todo el capítulo 5 y el 6. Parece tener 3 grandes partes, la primera en la que se repite 2 veces la idea de “libertad” (5,1 y 13), la segunda donde también 2 veces se repite “mutuamente” (5,15 y 26) y además se repite de modo inverso “las apetencias de la carne” (vv.16b y 24) y la “vida según el espíritu” (vv. 16a y 25). Finalmente todo el capítulo 6 se dirige a los “hermanos” (vv.1 y 18).

En este caso, la liturgia nos presenta el principio y final de la primera parte (vv.1 y 13-14), y la introducción a la segunda (vv.15-18). Luego de esta introducción Pablo introducirá un catálogo de vicios (vv.19-21, “las obras de la carne”) y un catálogo de virtudes (vv.22-23, los “frutos del espíritu”).

Ser “libres de” no implica ser “libres para”. Era habitual que un esclavo fuera vendido por su dueño por diversas razones, con lo que este era “libre de” su amo anterior, pero no era “libre” ya que tenía nuevo amo. La dedicación a ser libre (“para la libertad nos liberó”) es tema central en la carta a los Gálatas. Ya en 2,4 habló de “los falsos hermanos” que “se infiltran solapadamente (en la comunidad) para espiar” [notar la cantidad de connotaciones negativas de la frase: falsos, infiltrar, solapadamente, espiar…] nuestra libertad que tenemos “en Cristo”. Nuevamente en Rom 8,21 contrasta la “esclavitud de la corrupción” con la “libertad de los hijos de Dios”, en 1 Cor 10,29 se refiere a la “libertad para evaluar / juzgar” en conciencia. El verbo “liberar” –como “libertad” no son muy frecuentes en la Biblia y son especialmente paulinos: En un contraste (que también notaremos a continuación) Pablo contrasta a los Romanos entre ser “libres del pecado” y ser “esclavizados” de Dios (6,18.22), y ser “liberados de la corrupción” (8,2.21). Contraste semejante se encuentra en ser “libre” (término más frecuente en la Biblia (x53, x14 en Pablo de las que x6 lo encontramos en Gálatas). Obviamente ser “libre” está en contraste con ser “esclavo” (ver Rom 6,20; 1 Cor 7,21.22; pero también lo utiliza Pablo al referir a una mujer “libre” de su marido (Rom 7,3; 1 Cor 7,39; 9,19; 12,13; Gal 3,28; 4,22.23.26.30.31) cuando este muere. La libertad –en estos casos (incluso el de la viuda)- dice relación a la “ley”; esto es, la persona está obligada a una ley que no depende de sí mismo sino de un “amo”; el libre, en cambio, puede disponer voluntariamente de su accionar. Por eso es interesante que el capítulo dedicado a la libertad personal que Pablo expresa en 1 Corintios comienza con la idea de libertad, pero finaliza con “esclavizar” (1 Cor 9,1.27); algo semejante encontramos en este capítulo 5 de Gálatas que repite –como hemos dicho- la idea de libertad, pero Pablo “exhorta” a “hacerse esclavos mutuamente por el amor” (v.13). Luego de esta conclusión paradójica Pablo termina la primera parte remarcando que toda la ley (nomos) es plena (pleroô: plenitud, completa, culminada) en una palabra (logos): “amarás a tu prójimo como a ti mismo” (v.14).

Una breve nota sobre esta imagen (que tiene connotaciones importantes, pero a su vez graves): ciertamente una cosa muy diferente es “esclavizar al otro” y otra “hacerse esclavo” voluntariamente. El tema debe verse en toda la gravedad que implica la sociedad esclavista donde los derechos humanos no eran tenidos en cuenta. Un padre podía vender como esclava a su hija, por ejemplo; o también era posible adquirir esclavos por deudas o por derrotas militares. En esos casos, el esclavo perdía todos sus derechos (aunque la esclavitud en tiempos del s.Iº era bien diferente a la que conocemos de la venta y tráfico de esclavos africanos en la que países que se jactan de “defensores de la libertad” fueron abanderados en el comercio humano). El tema en tiempos del N.T. era bien distinto y no deberíamos proyectar o confundir ambos tipos. Un esclavo podía manejar la hacienda de su amo y moverse por el mundo con una cierta “libertad”. Esto no implica que fuera considerado una “herramienta que habla” (Aristóteles). Además debe tenerse en cuenta que en el interno de Israel la situación era más aliviada aún (aunque no era vigente en tiempos del NT) hasta tal punto que Ex 21,5 considera la posibilidad que el esclavo elija libremente renunciar a la libertad y querer seguir con su amo. Aclarada la gravedad de la esclavitud, hay que notar que el término es usado con frecuencia en el NT en sentido metafórico. Ser “esclavo de Dios” (Rom 6,22; LC 1,38) o “de Cristo” es decir: que cumplen de corazón la voluntad de Dios (Ef 6,6). Es decir, esto supone hacerlo “en psyjê”, con “el alma”, voluntariamente. De allí la nota de “hacerse esclavo” (lit. “esclavizarse”) por amor. Esto está en las antípodas del esclavizar con violencia, sin respeto a la libertad. Algo semejante se ha vivido con el (mal) uso del “anonadamiento”, hacerse nada (kénosis) que se ha (mal) utilizado para victimizar. Con justicia el tema ha sido trabajado por la teología feminista.

Después de esta introducción y conclusión a la libertad (y al esclavizarse), Pablo pasa a otro tema. Tenemos aquí la introducción, aunque seguimos en el interno de la vida comunitaria. La edificación mutua, o mejor: “no devorarse, “no destruirse”, “no provocarnos”, “no envidiarnos”. El amor provoca en los otros todo lo contrario (“el amor edifica”, 1 Cor 8,1).

Si en la unidad anterior el contraste venía dado por las antítesis esclavitud – libertad, aquí el contraste es entre “carne” y “espíritu”. Pero es importante tratar de entender qué dice Pablo con estos términos y evitar una lectura helenista que deformaría su pensamiento. La “carne” (sarx) es lo contrario de “espíritu” (pneuma), pero no en el sentido del dualismo helénico, sino en sentido bíblico. Como el semita no “divide” la persona humana, no piensa en la carne como una suerte de “envase” del alma, sino en la totalidad de la persona bajo una perspectiva, en este caso, la debilidad. La “”carne” es la persona débil, la que necesita elementos internos y/o externos que la sostengan. Por ejemplo, ante la debilidad que el pueblo tiene de ser fiel a la voluntad de Dios, Él le envía la ley como sostén para poder cumplirla; hay una relación entre ley y carne. En concreto, en la Biblia hebrea es frecuente que ante un encargo de Dios a una persona (por ejemplo los profetas, los reyes…) Dios envíe su aliento, su fuerza, su ruah (= espíritu) para que puedan desempeñar rectamente la misión (de allí la crítica profética: no pueden decir “no pude” ya que Dios mismo garantizó con su espíritu el cumplimiento del encargo). Sin embargo, en muchos escritos judíos de los últimos siglos antes de la era cristiana encontramos la idea de que Dios retiró su espíritu (irritado con su pueblo por la infidelidad); llegarán los días (“el día”) en que Dios volverá a enviar el espíritu [lo ponemos siempre con minúscula porque no conviene caer en el anacronismo de creer que se está pensando en una “persona”; se piensa en “el don de Dios” por excelencia]. Entonces podemos pensar que el contraste “carne” – “espíritu” viene dado por la conciencia de que Dios ha enviado ese don, estamos en el tiempo del espíritu, y podemos dejar los caminos de la debilidad, de “la carne”. A eso llama Pablo “vivir (lit. “caminar”) según el espíritu”; esos tales no desearán, buscarán, tendrán la voluntad de los “deseos” (epithymía, ansias, deseos). Como se ve por el contraste, “deseos” está en paralelo antitético con “caminos” (del espíritu). La lista que se puede ver en el “catálogo de vicios” de vv.19-21 muestra a dónde se “llegaba” –para la cultura judeo-helenista, en la que estos catálogos eran habituales- cuando se caminaba por los caminos “de la carne”. Por eso destacará que los “deseos” de ambos (epithymía) son contrarios, llevan a distinto fin

A modo de conclusión antes de poner los catálogos inversos como confirmación de lo que dice, remarca que el que está conducido por el espíritu ya no está bajo la ley (ley y espíritu son tan contrastantes –como dijimos- como espíritu y carne). Para Pablo el que ha recibido el espíritu ya no precisa la ley (que era el sostén de la debilidad) como repetirá al fin de los “frutos del espíritu”: “contra tales cosas no hay ley” (v.23).

Luego de desplegar teológicamente la importancia de no dejarse conducir por la ley sino por la fe (Gal 2,15-21; 3,1-31) Pablo saca las conclusiones prácticas que eso implica: y la principal de ellas es la libertad, para no ser ya esclavos de la ley; y la segunda es la conducción del espíritu”, la fuerza que Dios da para ser fieles a sus designios. De allí que insista en que el amor hace plena y cumplida toda la ley, y que el que se deja conducir por el espíritu ya no está sometido a la ley. El tiempo de la ley ya ha pasado.


+ Evangelio según san Lucas     9, 51-62


Resumen: Solemnemente Lucas nos muestra a Jesús que empieza un largo camino a Jerusalén donde toda la Pascua alcanzará su plenitud. En ese camino –camino con discípulos- Jesús se muestra superior al mismo Elías y exigente en extremo para quienes desean seguirlo.

El comienzo solemne de esta parte del Evangelio de Lucas nos indica que algo importante va a señalar: “Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su ascensión fijó firmemente el rostro dirigido hacia Jerusalén”. De hecho, con esta frase Lucas comienza la segunda gran parte del ministerio de Jesús, que la desplegará en un largo y extenso camino hacia Jerusalén que concluirá en 19,40 (en 19,41 se acerca y ve la ciudad y llora). En toda la unidad Lucas destacará esta imagen de “estar en camino” (9,51.53.57; 10,1.38; 11,1; 13,10.22.33.34; 14,25; 17,11; 18,31.35; 19,1.11.28.29.41).

“Cumplir los días” (Dios es quien los “llena”) es completar el designio de salvación. El término “ascensión” (análempsis) ocurre sólo aquí en la Biblia, es la elevación; el verbo “elevar”, (analambanô); aparece en Hch 1,2.11.22 (cf. Mc 16,19; 1 Tim 3,16). En el AT se dice de Elías “elevado” al cielo (2 Re 2,9-11; cf Sir 48,9). Esta “elevación” de Jesús a los cielos ocurrirá en Jerusalén (Lucas también usa otros verbos: “llevado” [anaférô], 24,51 y “levantado” [epairô], Hch 1,9), y refiere a la totalidad de la Pascua (muerte, sepultura, resurrección, envío del Espíritu). “Endureció el rostro hacia Jerusalén” es total disposición a la voluntad de Dios a pesar de las oposiciones.

En cierta manera es semejante al “éxodo” que ocurrirá en Jerusalén (9,31, término que tampoco encontramos en los Evangelios). Para Lucas, Jerusalén no sólo es el lugar de la pasión y muerte, sino también el de la partida, la elevación (y luego, el del comienzo de la misión por el envío del espíritu). De hecho, con mucha frecuencia Lucas repetirá en toda esta unidad que “se dirigen a Jerusalén”, y la razón tiene que ver con la muerte inminente de Jesús, muerte de profeta. Jerusalén es un tema teológico para el evangelista (como se ve en la insistencia en el “caminar”).

Al empezar el camino, envía (apesteilein) mensajeros (angelous) “delante de su rostro” para prepararlo. “Preparar” (epoimázô) es disponer de lo necesario, estar atento. Por ejemplo, Pedro y Juan deben “preparar” la (última) Pascua de Jesús (22,8-13), el Bautista “prepara” los caminos del pueblo ante la intervención próxima de Dios (1,17.76), las mujeres discípulas “preparan” aromas para ungir a Jesús muerto (23,56; 24,1). Ellos, entrando fueron a un pueblo de samaritanos que –debido a la tensión y conflicto entre ambos pueblos- no lo reciben “porque tenía el rostro en dirección de Jerusalén”. En Mateo Jesús dice “no entren en ciudades de samaritanos” (Mt 10,5), las dificultades que los samaritanos ofrecen a los peregrinos son evidentes por las malas relaciones entre ambos. Sin embargo, dentro del mismo viaje a Jerusalén, Lucas mostrará a los samaritanos como ejemplo de discípulos (10,30-35; 17,11-19) y en Hch 8,4-25 es gente que aceptará el mensaje de Jesús. Esto muestra un paralelo con la primera parte (4,14-9,50), en la que Jesús empieza una etapa y Lucas muestra la oposición de los galileos (4,16-30). También en la tercera parte (19,41-24,53), luego de haber purificado el templo para allí enseñar (19,45-47a) Jesús se enfrenta con la oposición de los sacerdotes, escribas y notables del pueblo (47b-48). Es interesante –por otra parte- notar la semejanza con lo que se ha dicho en la primera parte acerca de Juan el Bautista: “envío (apostéllô) mi mensajero” (angelón) antes de su rostro para preparar un camino delante de él (7,27).

7,27
9,52
“envío” (verbo apostellô)
“envió” (verbo apostellô)
mensajero (angellón)
mensajeros (angellous)
“delante de mi” (pro prosôpou sou)
“delante de sí” (pro prosôpou autou)
para preparar (verbo kataskeuazô)
para preparar (verbo etoimazô)

Los discípulos Santiago y Juan, quieren remedar a Elías y hacer bajar fuego del cielo que consuma a los samaritanos, como había hecho el profeta con los enviados del rey Ocozías (2 Re 1,10-16). Santiago y Juan son hermanos, hijos de Zebedeo, y no se encuentran con frecuencia en los Evangelios, seguramente por la pronta muerte del primero en manos de Herodes (Hch 12,2; aproximadamente en el año 42; por tanto ya no tenía importancia cuando se componen los Evangelios). Por tanto los encontramos tanto en los relatos de “lista de Doce” (6,14; Hch 1,13), o en los que se encuentran junto a Pedro/Simón –de quien eran “socios”, 5,10- en momentos especiales junto a Jesús (transfiguración, revivificación de la hija de Jairo, etc., 8,51; 9,28). Marcos acota que ambos recibieron por sobrenombre “Boanerges, es decir hijos del trueno” (3,17). Aunque nada invita a suponer que Marcos conozca esta escena propia de Lucas, podemos decir que al menos es coherente con la imagen de ambos (aunque hay que destacar que la imagen del “trueno”, que sólo se encuentra además x2 en Ap 6,1 y 14,2 alude más bien a un ruido fuerte). Santiago y Juan no comprenden la predicación del reino de compasión y misericordia y a dónde se dirigen con Jesús (cf. 6,27-29.35). Jesús, que se muestra misericordioso a lo largo del Evangelio los “reprende” (el verbo, salvo x2 sólo se encuentra en los sinópticos [ver 2 Tim 4,2; Jds 9, en ambos como amenaza, o castigo]). Es un verbo que se dirige particularmente contra los demonios, y que al ser “reprendidos” son expulsados, pero también se entiende como reproche, o crítica: «Si tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale» (Lc 17,3).

Jesús sigue “de camino”; aquí es donde ocurre el discipulado que es “seguimiento”. Es en este “camino” que Lucas nos presenta tres breves escenas. Las dos primeras son tomadas del llamado “documento Q” ya que se encuentran también en Mateo (8,18-22), la tercera es propia de Lucas.

Los 3 personajes anónimos [en Mateo el primero es “un escriba” (8,19) y el segundo un “discípulo” (8,21)] se caracterizan por su disponibilidad (aunque esta no sea total). Lucas manifiesta el sentido del discipulado con 3 proverbios. En este caso son exageraciones (hipérbole) con el objetivo de romper esquemas, Jesús quiere que aprendan a mirar desde otra óptica (la del reino); interpretar los dichos literalmente les haría perder su sentido. Sobresale en ellos la ruptura con el grupo biológico, con las redes sociales, “dejar la familia” implica una decisión vital y gravísima, porque rompe con todas las redes sociales para entrar en una “familia sustituta” sin raíces (por ejemplo esto ayuda a entender la importancia enorme que tenía la hospitalidad en el mundo antiguo y en el cristianismo primitivo).

Las tres escenas (vv.57-58 / vv.59-60 / vv.61-62) son presentadas como diálogo entre Jesús y un sujeto en relación al “seguimiento” (vv.57.59.61); el verbo que se repite constantemente es “dijo”.

El primero y el tercero le dicen a Jesús “te seguiré”, mientras que el segundo escucha que Jesús lo invita (“sígueme”). El segundo y el tercero ponen condiciones y piden un (breve) tiempo, lo que motiva el diálogo; al primero Jesús lo invita a sacar las consecuencias del seguimiento.

En realidad, la tercera escena parece una construcción lucana en base a la primera y la segunda a la luz del texto de la vocación de Eliseo (primera lectura litúrgica). Veamos brevemente:

Uno “le dijo” (eipen), te seguiré (akolouthêsô) allí donde vayas (apérjomai). En el contexto de Lucas, sabemos que Jesús “va” a Jerusalén para ser allí asesinado, lo cual da gran dramaticidad a este seguimiento. Jesús le “dice” (eipen) un proverbio; la referencia a las zorras y las aves con nidos y guaridas (cf. Sal 104,12.17-18) contrasta con la incertidumbre de la vida del “hijo del hombre” [es decir “yo”; en este caso “el hijo del hombre” parece sinónimo de “este hombre” (que ustedes ven)]. El término “reclinar” (klínô) sólo se encuentra en el paralelo de Mateo y x1 en Jn y Heb fuera de Lucas (x4): x2 se afirma que “el día declina” en textos paralelos con sentido eucarístico (9,12 y 24,29) y las mujeres “reclinan” / inclinan el rostro hacia el suelo de la tumba de Jesús. Este texto se ha leído –de manera quizás fundamentalista- en el sentido de que Jesús no tenía casa (y vivía en casa de Pedro, sic), pero esta imagen debe entenderse –especialmente en Lucas- en “clave pasión” (Juan 19,30 dice que Jesús “reclinó la cabeza y entregó su espíritu”). Es decir, mientras uno dice que está dispuesto a seguirlo, Jesús le recuerda a dónde se dirige y lo que le aguarda.

Al segundo, “otro” (eteron) Jesús le dice (eipen) sígueme (akolouthei) y él le dice (eipen) que “primero” (prôton) lo deje “ir a enterrar a su padre”. No parece razonable que anduviera caminando uno que su padre había muerto. El velorio era sumamente importante en su tiempo. No es evidente, tampoco, que su padre estuviera gravemente enfermo. Quizá lo que dice el segundo es que está dispuesto a seguirlo una vez que su padre muera. Sepultar a alguien (particularmente a los padres) es algo religioso, cf. Gen 35,29; Tob 4,3; 6,15; 14,10-13; para los rabinos es norma que prevalece sobre los demás preceptos de la Torá (Berakh 3,1). Sea que el padre esté muerto o aún vivo, lo cierto es que el proverbio destaca que el reino no admite dilaciones. Jesús nuevamente le dice (eipen) que “los muertos entierren a sus muertos. Tú ve a anunciar (diangelle) el Reino de Dios”. La segunda parte de la frase es comprensible, aunque no implica “seguimiento” necesariamente [no “sigue” a Jesús, sino que “va” a anunciar]. Anunciar el reino es seguir a Jesús. Él quería “ir” a enterrar, Jesús lo invita a “ir” a anunciar. El verbo –además- es el mismo que ha utilizado el primero que está dispuesto a seguirlo a donde “vayas”. El verbo “anunciar” es un compuesto de “ángel” (dia-angelo), mensajero. Lo volvemos a encontrar en Hch 21,26 donde Pablo “anuncia” el fin de una purificación, y en Rom 9,17 donde Moisés dice que se debe “difundir el nombre de Dios por toda la tierra” (otros verbos en Lc 8,1; 9,2). Pero la primera parte de la frase es confusa: ¿quiénes son los muertos que entierran a “sus” muertos?

Como suele ocurrir con los dichos “severos” de Jesús (como “es más fácil que pase un camello por el pojo de una aguja…”) muchos comentaristas han buscado “suavizarlo” (indicio de que la interpretación “va por mal camino”). Los caminos del reino nos invitan a otra mirada, y no están necesariamente de acuerdo con nuestras miradas (culturales, o religiosas); Jesús muestra la radicalidad de su seguimiento por encima de la familia. Se suele entender en el sentido de que el muerto “espiritual” es el que debe enterrar al que ha muerto físicamente; o como que “eso ahora no te importa” (oxímoron). El primer “los muertos” parece aludir a los que se niegan al seguimiento, que están así al mismo nivel de “los muertos”, son los que sólo cuentan con esta vida, Jesús –en cambio- viene a traer novedad. La segunda parte es la que se debe destacar (como ocurre también en el texto “devuelvan a Dios lo que es de Dios”, 20,25): los deberes de un hijo valen, pero mucho más vale el reino. Por eso la conclusión: “tú vete a anunciar el reino de Dios” (cf. 14,26).

El tercer sujeto lo llama “señor” (en Mt –que no tiene este personaje- es el segundo el que lo llama “señor” ya que es presentado como discípulo), por tanto se trata de un discípulo. Como el primero, le dice “te seguiré”, como el segundo, pone condiciones familiares; esta semejanza entre ambos refuerza –como hemos señalado- que estamos ante una creación lucana en base a ambos y a la luz de Elías en el relato de la vocación de Eliseo (1 Re 19,19 que hemos comentado más arriba).

Una vez más Jesús rechaza asemejarse a Elías, -para evitar que se distorsione su ministerio- pero superándolo. La dedicación al reino supera todas las demás dedicaciones por importantes que estas sean, e implica una dedicación sin límites o distracciones (aun las más valiosas). Mirando hacia “lo de atrás”, como la mujer de Lot (Gn 19,26); los vínculos familiares son “lo que queda atrás”, ese tal “no vale” para el Reino, no es “útil” (como la sal que se ha “desvirtuado”, 14,35).

Breve nota sobre Elías en tiempos del NT y en Lucas: La figura de Elías, que ocupa un interesante lugar en el final de 1 Reyes y comienzo de 2 Reyes despertó interés en el judaísmo posterior. Puesto que no se hablaba de su muerte sino de su “elevación”, algunos grupos esperaban su “retorno”, o una suerte de expectativa en alguien “como Elías”, por ejemplo, preparando la llegada de la intervención definitiva de Dios (ver Mal 3,1-24). Así varios escritos del NT ilustran con imágenes de Elías la figura del Bautista (ver Mt 17,12-13). En Lucas, aunque en los primeros capítulos repite esta comparación (ver 1,17), luego empieza a poner en comparación al mismo Jesús con Elías (ver 4,25-26) pero resaltando –como en estos versículos- la superioridad del camino profético de Jesús con respecto al mismísimo Elías.


Dibujo tomado de http://www.wearemissionary.org/la-tentaci%C3%B3n-de-la-cruz-c%C3%B3moda

 


sábado, 22 de junio de 2013

"Esto es una dictadura". Ironías.

«Esto es una dictadura»

-ironías-

Eduardo de la Serna



Sin darle mayor entidad, y a modo meramente ilustrativo, esto dice en Wikipedia sobre la voz “dictadura”:

La dictadura (del latín dictatūra) es una forma de gobierno en la cual el poder se concentra en torno a la figura de un solo individuo (dictador) o grupo, generalmente a través de la consolidación de un gobierno de facto, que se caracteriza por una ausencia de división de poderes, una propensión a ejercitar arbitrariamente el mando en beneficio de la minoría que la apoya, la independencia del gobierno respecto a la presencia o no de consentimiento por parte de cualquiera de los gobernados, y la imposibilidad de que a través de un procedimiento institucionalizado la oposición llegue al poder.
El dictador puede llegar al poder tras un golpe de estado efectuado por una coalición cívico-militar o por las fuerzas armadas. De esta forma se crea una dictadura, sostenida gracias al poderío del aparato militar. Históricamente, "dictadura" hace también referencia a la magistratura extraordinaria de la Antigua república romana, de donde cobra su origen. El Senado romano en casos de guerra o estados de emergencia dotaba a un hombre de poderes absolutos durante un periodo máximo de 6 meses sin que por ello quedase derogado el ordenamiento político y jurídico existente. De este modo hoy día es frecuente que se apele a una situación extraordinaria para legitimar la duración, normalmente vitalicia, de una dictadura (guerra, confrontación, peligro, crisis, etc). Igualmente suele enaltecerse al dictador como alguien sacrificado capaz de entregar su propia vida por su pueblo, y a menudo se le rodea de cierta sobrenaturalidad de carácter militar y religiosa; y especialmente en estos casos se pretende la sucesión en otro dictador. Según las características que presente puede ser una dictadura autoritaria o totalitaria.
Algunas constituciones democráticas, como la alemana de Weimar, preveían situaciones excepcionales que la justificaban, como excepciones a la utilización del término en su concepción de forma de gobierno contrapuesto a la democracia.
Y se me ocurrieron algunas ironías:

1. La división de “poderes” (supongamos que los únicos ‘poderes’ de la república sean el Ejecutivo, Legislativo y Judicial y sigamos suponiendo –ingenuamente- que los MSC y el “establishment” económico, cultural o social no tienen poder alguno) supone que cada poder de la república es independiente del resto, pero que a su vez respeta a los demás ya que –valga la obviedad- el Ejecutivo ejecuta, el Legislativo legisla y el Judicial juzga. No respeta la división de poderes uno –cualquiera que sea- que avasalla a los restantes.

2. El poder se concentra en torno a un individuo o grupo para beneficio de los propios. Esto supone una actitud “corporativa”, el ejercicio “arbitrario” del poder absoluto (recordar que los restantes poderes han quedado opacados o anulados) en beneficio de la que apoya.

3. La perpetuación en el poder implica que ese tal o tal grupo no tiene forma de ser depuesto más que si el mismo grupo así lo decide, por ejemplo, porque el sujeto deja ya de defender los intereses tal como ellos desean. Pero si no se dan esas condiciones indeseables, el sujeto o grupo se perpetúan en el poder y alí se quedan “hasta que la muerte los separe”.

Y siguiendo con las ironías me encuentro que el Poder Ejecutivo envió proyectos de Ley, estos fueron votados en las dos Cámaras (el Senado, en representación de las provincias y Diputados en representación del Pueblo) donde como pasa siempre hubo votos a favor, en contra y abstenciones (obviamente para ser aprobadas necesitó ser mayoritaria en ambas), finalmente ser promulgadas por el Ejecutivo. Hasta acá todo normal, pero… un/a señor/a a quien nadie votó (o un pequeñísimo conjunto de ellos, quizás sólo siete, o mejor seis) deciden que todo eso es inútil, falso, y ellos mismos deciden que una ley puede quedar en sacrosantos cajones por más de 4 años, o hasta 10, o en escasos 15 días afirmar que esa ley es ilegal (o hasta el extremo de que la constitución es inconstitucional a menos que Fayt se resfríe).

¿Cómo se llama ese grupúsculo que anuló los procesos y trabajos del Ejecutivo y el Legislativo? ¿No es falta de división de poderes? ¿Cómo se llama ese grupúsculo que falla –en el doble sentido del término- en favor de la corporación a la que pertenece? (y sigo ignorando ingenuamente que sean Poder los Medios de Comunicación o el Establishment) ¿No es concentración en favor de los propios y amigos? ¿Cómo se llama esa perpetuación en el poder? Por ejemplo, la Servil que los Cubría, o la buru burú budía está desde antes de tiempos de la Dictadura cívico-militar ¿No? ¿No es casi como perpetuo eso? Para no aludir a la juventud acumulada por 95 años del “ciudadano ejemplar” del Pro (ya estamos acostumbrados a que un socialista y el pro se junten, al menos Capriles y Binner lo han mostrado). En suma me pregunto, ¿no es una dictadura esto? ¿Para cuándo los Medios –que son manifiestamente independientes, por cierto- propondrán una marcha un 30F que reclame el hartazgo contra esta Dictadura judicial…?


Foto tomada de Wikipedia: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Palacio_de_Justicia_%28iluminaci%C3%B3n_nocturna%29.JPG

martes, 18 de junio de 2013

Carta abierta a la Corte Suprema de (in)Justicia


Carta abierta a la Corte Suprema de (in)Justicia

Eduardo de la Serna

Señores Ministros de la Corte Suprema:

Desde hace tiempo, ¡mucho tiempo!, la “justicia”, o más precisamente el “Poder Judicial”, está en el centro de la escena política.

Se dice que desde la “división de Poderes” se pretende que cada uno de los tres poderes sea independiente de los demás. Y se me ocurren algunas cosas:

·         No es muy creativo destacar que el Poder Judicial goza de privilegios de los que carece toda otra instancia de la Patria: no son elegidos por el pueblo (¡en una Democracia!), no lo son por un “período de tiempo”, sino que son vitalicios, e incluso están por encima de la misma Ley (que haya miembros de la corte que superen los 75 años me resulta patético, ¡ni entre el Episcopado se da semejante cosa!).

·         No hace falta que les diga la incredibilidad de la que “gozan” ante la sociedad. Aunque parece que eso no les importa ya que parecen considerarse “supra-humanos”. La sensación que tiene el pueblo es que la justicia no es para ellos salvo que sea para sancionarlos o condenarlos. Cosa habitual entre los pobres.

·         Es serio que a uno de los tres poderes de la República sólo se pueda acceder siendo abogado, ¿no les parece? ¿No es un “pueblo = demos” excesivamente elitista ese?

·         Una cosa son los “Poderes” que conforman el estado, pero eso no implica que sean los únicos poderes que hay en la Patria. Hay un “Cuarto Poder”, hay un “Poder Económico”, y –para ser sinceros- nunca parecen haberse preocupado de mostrarse independientes de los mismos. Es más, ¡son tantas las veces en las que parece que la justicia sólo beneficia a los poderosos!!! (por si no se dan cuenta, eso quiere decir a los que tienen Poder).

·         Soy de aquellos que celebraron la nueva composición (no totalmente nueva, por cierto) de la Corte Suprema. Soy de los que lamenta haber celebrado.

·         Sinceramente ya no espero justicia, y menos del “Poder Judicial”, y quizás deba agradecerles por eso. Habrá –quizás- eventuales “maníes para los monos”, pero no espero Justicia.

·         Viendo el alarde de in-Justicia del que gozamos, creo que ahora nos falta esperar que:

o   Declaren que el Grupo Clarín debe ser el dueño de todos los Medios de la Argentina;

o   Declaren que las PASO deben anularse ya que en la experiencia pasada fue evidente cómo terminarían las elecciones;

o   Declaren que la Mesa de Enlace debe hacerse cargo de los ministerios de Economía, Relaciones Exteriores y Educación;

o   Declaren prohibida en todo el territorio nacional la enseñanza de cualquier historia que no sea coherente con la que “Mitre nos legó”;

o   Declaren que se debe anular la Asignación Universal por Hijo, porque conduce por los canales del juego y la droga;

o   Declaren al Alcalde de Buenos Aires único candidato para las próximas elecciones nacionales;

o   Declaren el cierre inmediato de las nuevas Universidades y Hospitales;

o   Y finalmente declaren nulo el 54,11% de las pasadas elecciones.

·         Así habrá justicia y Sus Señorías podrán seguir en la estratósfera ajenos al mundo y sobre todo, bien distantes del Pueblo, no sea cosa que este gobierne.

Comentario 12C


Seguir a Jesús es proseguir su obra, perseguir su causa y conseguir su plenitud

DOMINGO DUODÉCIMO - "C"
23 de junio





Lectura de la profecía de Zacarías     12, 10-11; 13, 1


Resumen: En una serie de textos unidos por “aquel día” y sin aparente relación entre sí, Zacarías alude a una mirada de futuro en la que manifiesta un contraste entre Jerusalén en contexto de abandono de los caminos de Dios y ésta conducida por el espíritu. Las consecuencias del abandono, incluso la muerte de algún personaje anónimo, permitirán al pueblo –a partir del lamento y el llanto amargo, mirar en dirección a Yahvé.

El profeta Zacarías, uno de los últimos de los profetas canónicos de Israel es bastante complejo. Se suele hablar que en el actual libro no hay palabras de un profeta (“Zacarías”) sino de dos, y hasta incluso se ha hablado de tres, o de que una tercera parte se encuentra en el actual “Malaquías”. En general, sin embargo, la mayoría de los autores acepta la propuesta de “dos” y la propuesta de un tercero resulta menos seguida en la actualidad, sin que eso implique desconocer que más de una vez se encuentran textos modificados con el tiempo (como ocurre, por otro lado, en muchísimos otros escritos). Que nos resulta demasiado difícil de encontrar una estructura o armado es otro de los motivos de nuestro actual desconcierto. Eso también se ve en el texto que nos toca comentar, como diremos.

Antes de avanzar es bueno recordar que en la liturgia del tiempo durante el año, la primera lectura siempre es escogida en función del Evangelio que corresponde. En este caso, el anuncio de la pasión, por ello todo indica que el motivo de la elección de la primera lectura es la mención al “traspasado” (en todo caso, leído a la luz de Juan 19,37 y quizás del canto del Siervo Sufriente de Yahvé de Is 53). Pero su relación –si es que la hay- la veremos al analizar el texto.

Zac 12-13 parece presentar oráculos bastante diferentes, en temática o contexto. Sin embargo, están literariamente unidos por la fórmula “Aquel día” (12,3.4.6.8.9.11; 13,1.2.4). A veces los diferentes oráculos son unidos por “palabras gancho” (p.e. “jefes de Judá” en 12,5 y 6; “profetas” en 13,2 y 4).

La liturgia de hoy propone los vv.10-11 (omitiendo los vv.12-14 del cap.12) y 13,1 (es decir, omite la primera parte de “aquel día” del v.9, y la parte final del “aquel día” del v.11. El “aquel día” de 13,1 está completo.

El anuncio del v.9 (“destruir”) es lo que hará que todas las naciones vengan contra Jerusalén. Sea del tiempo histórico que fuere este relato, los asedios a la ciudad han sido frecuentes (no necesariamente bélicos o militares). Tanto persas como griegos tenían una presencia amenazante a fin de garantizar la tranquilidad en el imperio; los sátrapas debían asegurar el orden (y el pago de impuestos). Obviamente la independencia de Israel era cosa del pasado (muy pasado) y del futuro añorado.

Pero esto requeriría de parte de Israel dejarse conducir por Dios (cosa que no ha hecho, por cierto). “Volverse a Yahvé”. Pero dentro de esta situación de Jerusalén, cabe recordar que desde la destrucción dela ciudad (año 587 a.C.) no hay más rey en Israel. Hay miembros de la familia real cautivos en Babilonia, e incluso en la reconstrucción de Jerusalén participa Zorobabel (descendiente de David, pero como su mismo nombre lo indica, alguien que lleva el sello del imperio: Babel es Babilonia, y “Zoro” quizás sea referencia a Zoroastro, aunque puede ser hebreo). Ya el primer Zacarías (4,1-14) había hablado (ver v.6) de Zorobabel en “clave mesiánica”, aquí se refiere a “la casa de Israel” (y los habitantes de Jerusalén).  Ciertamente las perspectivas son “de futuro” (el segundo Zacarías [Zac 9-13] parece el profeta que tiene un discurso más “escatológico”, más de “futuro”). Pero para que el descendiente de David y Jerusalén puedan “volverse a Yahvé”, enfrentar las potencias extranjeras y permitir que “Dios reine” en Judá, hace falta que se derrame el “espíritu”. Un discípulo de Isaías ya lo había señalado para un rey futuro (11,1-5), y aquí se repite: derramará un “espíritu”. Este espíritu (ruah, en hebreo [es femenino]) supone la fuerza que Dios envía sobre aquellos a quienes ha asignado una misión: los profetas pueden hablar en nombre de Dios porque él les ha enviado su espíritu; los reyes –como en este caso- pueden gobernar conforme a la ley de Dios porque él ha enviado su espíritu, es decir su aliento, su impulso. Del mismo modo –también como expectativa futura- ese espíritu será derramado –como aquí- sobre el pueblo de Dios que así podrá vivir fielmente su alianza (Joel 2,28.29).

Pero este espíritu es cualificado como de “gracia” y “oración”. “Hen” suele traducirse por “gracia”, se entiende como “atracción”, “agrado” (ver Pr 11,16; 31,30; Sal 84,12) o también “favor” (Dt 24,1; Gen 39,21). No conviene atribuir al término “gracia” en el AT la enorme carga teológica que Pablo le dará más adelante; sin dudas fue el Apóstol –o su entorno- el que reformuló la idea con una formidable “carga” de iniciativa divina, acción sobre la humanidad y la historia, fuerza salvífica; pero no debemos verla de ese modo en el AT, aunque aquí señale el favor divino o el obrar del espíritu en los destinatarios que los hace “gratos” de esos favores. “Tahanunim”, que se traduce habitualmente por “oración”, se entiende por súplicas, el pedido de un favor. El espíritu también impulsará para pedir la intervención de Dios en favor de su pueblo y su rey.

Aquí encontramos, a continuación, un problema que –por otra parte- hace a la comprensión del texto y al sentido del mismo en este lugar de la liturgia: la referencia a “mirar” y al “traspasado”. ¿Dónde corresponde poner la puntuación? 

·         Mirarán hacia mí, y harán luto por el traspasado

·         Mirarán y harán luto por el traspasado [así lo lee Juan en 19,37; cf. Ap 1,7]

·         (Me) mirarán a mí, al que traspasaron

Gramaticalmente todas son posibles, por lo que debemos buscar el sentido en el texto. La referencia a Dios mismo como “traspasado” (opción 3) podría comprenderse a la luz de Pr 12,18 donde se habla de la “palabra como espada”. Sin duda Dios no es “traspasado” propiamente, pero no deja de ser cierto que en la Biblia campea –a veces- una suerte de “ateísmo práctico”: Dios existe pero “no se mete”, no interviene, no castiga, no actúa… (cf. Is 58,3; Mal 2,17; Sal 10,4; 14,1; 53,2). ¿Debe entenderse en ese sentido? No parece, ya que la idea no llega a tanto en la Biblia (la idea de una suerte de “muerte de Dios” le es ajena; no así la “muerte de los ídolos” sobre la que volveremos). Para aludir a que “mirarán” al traspasado (opción 2) se debe omitir “a mí” lo cual no parece razonable. Por lo que el texto presenta dos objetos, uno de la mirada (“a mí”), Dios y otro, un “traspasado”. Es cierto que no se puede “ver a Dios”, (aunque Is 5,12; 22,11; 38,11), por eso la traducción “mirarán hacia mí”, es decir mirar sus obras, sus caminos. En dirección a Dios (opción 1).

El problema es quién es este “traspasado”. El verbo traspasar (daqar) no es frecuente en la Biblia (x12: Nu 25,8; Jue 9,54; 1Sa 31,4 [x2], 1 Re 4,9 [un nombre: Dequer]; 1 Cr 10,4; Is 13,15; Jer 37,10; 51,4; Lam 4,9; Zac 12,10; 13,3). En todos los casos se hace referencia a una lanza o una espada (en Jeremías no se menciona el instrumento pero el contexto de violencia es evidente). No parece que se use en sentido metafórico (como sería en la tercera opción, aludiendo a “traspasar a Dios”, aunque el texto de Pr 12,18 –como se ha dicho- alude a “como una espada”). Es interesante, sin embargo, que el verbo vuelve a encontrarse en Zac 13,3, conforme se ha mostrado. Allí se alude a personas que profetizan falsamente, que obran contrariamente a lo que Dios quiere, dicen mentiras, y su padre y su madre “lo traspasarán mientras está profetizando”. Ciertamente este traspasado no se asemeja al de 12,10, pero ayuda a entender el sentido que Zacarías da al verbo. El llanto amargo y la lamentación puestos en paralelo manifiestan lo profundo del dolor por “el traspasado”, pero nada nos permite su identificación; puede referirse a un mártir inocente y anónimo de cuya muerte es responsable el pueblo. El texto, entonces, habla de un mirar “hacia Dios” y el llanto / lamento por el traspasado (¿un justo?). Puesto que sólo se menciona el dolor, sin consecuencia alguna (la referencia al “hijo único” debe entenderse como comparativa del dolor: “como”). No se ve referencia concreta al Siervo de Yahvé, por lo que estamos incapacitados de comprender la alusión concreta.

En el v.11 encontramos un nuevo “aquel día” unido al anterior por la palabra gancho “lamentación”. El lamento es por Jerusalén y atrae una nueva comparación (“como”). Esta comparación no es evidente ya que Megidó recuerda la llanura donde fue matado el gran rey Josías, “hijo de David” (2 Re 23,29-30 / 2 Cr 35,22 [Megidó es mencionada en otras ocasiones pero no como lugar de lamento]). Rimmon es mencionada como ciudad en Jos 15,32; 19,7.13; Jue 20,45.47; 21,13; 1 Cr 4,32; y Zac 14,10; como persona en 2 Sam 4,2.5.9. Pero en 2 Re 5,18 se menciona un templo a Rimmon. Hadad es el nombre de la principal divinidad cananea, que para no nombrarla (nombrar es dar entidad, es reconocerla) se la suele llamar Baal a lo largo de la Biblia hebrea (cf. Gen 36,35.36; 1 Re 11,14.17.19.21.25; 1 Cr 1,46.47.50.51 donde aparece en nombres de personas; y en 1 Re 20,1-34 [la batalla con los arameos] aparece como nombre de un rey; en este caso se trata de un nombre “teofórico” es decir que incluye el nombre de la divinidad en su propio nombre). El intento de tapar el nombre de Hadad reemplazándolo por Baal es evidente, y en este caso se hace referencia a un doble nombre idolátrico: un lugar (o persona) y su semejante o atributo. No se comprende la referencia al lamento de estas referencias idolátricas en Meguidó y su comparación con el lamento de Jerusalén. Puede ser que esté aludiendo al lamento por el pecado de idolatría en Israel o simplemente contrastando dos lamentos. Pero en este caso no se comprende la razón del lamento. Los vv. 12-14 omitidos en el texto litúrgico no aportan elementos para la comprensión de esta comparación. Siendo que sin espíritu, Jerusalén y la casa de David, han rechazado a Dios, han “mirado” en otra dirección, no es improbable que deba entenderse como un lamento de Jerusalén por su idolatría (como la de Hadad). Lo cierto es que no parece haber relación entre este lamento (v.12) y el lamento por el traspasado (v.10). Quizás se trata de una divinidad que muere, por la que se entona un lamento ritual; véase Ez 8,14 refiriéndose a Tamuz.

13,1. Nuevamente se hace referencia a “la casa de David”; en este caso se habla de una “fuente abierta” para la casa de David y los habitantes de Jerusalén para su purificación. “Para (lavar) el pecado y la impureza”. En Ez 36,16-32 también se afirma que Dios enviará su espíritu (Ez 36,27; Zc 12,10), y en ambas se utiliza el agua como imagen de purificación moral (Ez 36,25; Zc 13,1) tomada de la impureza mestrual (niddà: Ez 36,17; Zac 13,1).


A modo de síntesis señalemos que seguramente este texto se ha incorporado en la liturgia por la referencia al “traspasado” pero leído este a la luz de Jn 19. Mirando el texto de Zacarías en su contexto no parece que esta lectura sea preferible, aunque la relectura joánica aporta una novedad en el “lamento como de hijo único”.



Lectura de la carta a los Gálatas     3, 26-29

Resumen: Usando una suerte de catequesis bautismal, Pablo señala que todos los obstáculos que impedían el libre acceso a Dios se encuentran derribador “en Cristo” y todos sin excepción ahora encuentran en Él la unidad y –por tanto- la posibilidad de vivir unidos la novedad que Cristo ha traído.

En el artículo sobre ‘La Mujer en los escritos de Pablo’ (que se encuentra en el blog, en “Artículos bíblicos”) hemos mirado detenidamente este texto. Veamos aquí lo fundamental.

La unidad literaria es más extensa que el texto que toca comentar. Comienza en 3,15 (como es frecuente, con el vocativo “hermanos”, y con los términos “descendencia”, “Abraham” y “promesa” que se repiten de modo inverso en v.29). Como los términos lo indican. Pablo está explicitando teológicamente la justificación por la fe y no por las obras de la ley, y recurre con frecuencia al ejemplo de Abraham. Este ejemplo tiene muchas motivaciones: Abraham es el “padre” de Israel, con Abraham nace en el pueblo la circuncisión (que es el problema por el que los visitantes en Galacia atacan a Pablo, y que muchos en la comunidad han aceptado), Pablo recurre a una serie de citas bíblicas (Gen 12,7 en este caso) que le permiten mostrar la continuidad bíblica y –por tanto- su fidelidad. El contraste sigue siendo (y lo es a lo largo de toda la carta) en la importancia que los adversarios dan a la ley y su relativización por parte de Pablo que pone a la fe en el centro de la cuestión. La referencia de Génesis a la “descendencia” de Abraham (en singular, es decir no a sus “descendientes”) sirve a Pablo para afirmar que se refiere a Cristo. La ley es muy posterior a la promesa (430 años, v.17) y por tanto no la anula, simplemente “espera la fe” que debe manifestarse. El ejemplo que pondrá Pablo es el del “pedagogo” (v.24), es decir el esclavo, o uno contratado, que conduce (gogein) a los niños (pedes) hasta el maestro; obviamente al llegar a la meta, concluye su misión (el término es exclusivamente paulino, y fuera de acá [vv.24 y 25] se encuentra en 1 Cor 4,15). De allí que concluye este párrafo afirmando que “una vez llegada la fe, ya no estamos bajo el pedagogo” (v.25). Aquí comienza el texto litúrgico que es la conclusión de esta unidad literaria.

Es interesante ver cómo está estructurado el texto lo cual, además, nos permitirá sacar algunas conclusiones:

A.    “todos son… en Cristo Jesús” (v.26)

(Explicación: “en efecto, todos los bautizados en Cristo se han revestido de Cristo”, v.27)

B. ya no hay     ni … ni (v.28a)

B’. …               ni… ni (v.28b)

A’. “todos son… en Cristo Jesús” (v.28d)

Siendo que en 1 Cor 12, 13 y Col 3,11 encontramos una fórmula semejante, se ha pensado que Pablo está citando aquí una especie de “catequesis” o referencia bautismal, es decir señalar lo que el bautismo provoca. Veamos brevemente las semejanzas y diferencias con el texto de 1 Cor ya citado

1 Cor 12,13
Gal 3,26-28
26 Pues todos ustedes son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.
13 Porque en un espíritu hemos sido todos bautizados, en un cuerpo,
27 En efecto, los bautizados en Cristo, de Cristo se han revestido:
ya judíos ya griegos,
28 no hay judío ni griego;
ya esclavos ya libres.
no hay esclavo ni libre;
no hay varón y mujer,
Y todos en un espíritu hemos bebido.
ya que todos ustedes son uno en Cristo Jesús.

Los matices son interesantes de señalar. Veamos brevemente: destacar que somos “hijos de Dios por la fe” es característico del tema que Pablo está debatiendo en Gálatas, por lo que podemos suponer que esto Pablo lo ha añadido al texto bautismal que ha recibido. La referencia al cuerpo es propia del tema que Pablo está desarrollando en Corintios (12,12), lo mismo que la insistencia en el tema del Espíritu (12,4-11). La imagen del “revestimiento” es característica del modo de vida coherente con la novedad de Jesús (Rom 13,12.14; 1 Cor 15,53.54; 1 Tes 5,8) debido a la profunda unidad con Cristo. Es interesante que mientras Corintios destaca que hay “uno y otro”, Gálatas destaca que no hay “ni uno ni otro”. El contexto de cada carta y la intención de Pablo explican las diferencias: en 1 Corintios Pablo quiere resaltar la diversidad, siempre dentro de la unidad (por eso la imagen de los miembros y el cuerpo), en Gálatas, en cambio, quiere resaltar la unidad (en Cristo). También es llamativo que en Gálatas se encuentra la referencia a “varón y mujer” (notar la pequeña diferencia: no dice ni… ni… sino ni… y). Finalmente la conclusión señala la unidad de todos (en un espíritu, como es propio en 1 Cor y “en Cristo”, en Gal).

Destaquemos algunos elementos: para empezar es conocida la oración judía en la que se daba gracias a Dios “por haber nacido judío y no pagano, libre y no esclavo, varón y no mujer”. No debemos entender esta oración (por otro lado común en otros grupos ya que también entre los persas se encuentran esquemas similares) con mentalidad contemporánea. Podemos decir sintéticamente que los paganos, las mujeres y los esclavos no podían ingresar al Templo, y por tanto sólo los varones, judíos libres podían entrar en contacto con Dios, y era razonable –entonces- dar gracias por eso. Lo que Pablo está señalando, entonces, es que todas las barreras han caído “en Cristo”.

Otro elemento a tener en cuenta es el par “varón y mujer”. Como vimos, no se encuentra en 1 Corintios. Siendo 1 Corintios probablemente anterior cronológicamente a Gálatas podemos suponer que Pablo lo ha añadido (por eso la diferencia con los anteriores, es decir el cambio de “ni… ni” por este “ni… y”). Es decir, en 1 Cor Pablo cita el texto bautismal que conoce (“ni”); cuando escribe a los Gálatas (movido quizás por la oración judía que mencionamos, y quizás también para destacar más fuertemente el lugar de la mujer en sus comunidades, algo que precisamente había reforzado en 1 Corintios (cf. 11,2-16), Pablo remite a la unidad originaria de “varón y mujer” (el texto es cita de Gen 1,27: “Dios creó al ser humano, varón y mujer los creó”; “y”).

Queda pendiente la pregunta, ¿cómo puede Pablo afirmar que no hay lo que evidentemente hay? Lo que Pablo destaca que no hay es, precisamente, el impedimento –o limitación- de encuentro pleno con Dios al que estaban sometidos paganos, mujeres y esclavos. Pero precisamente estando “en Cristo” (por el bautismo) todas esas divisiones se han disuelto. Ahora judíos y paganos son hermanos, como la Colecta para Jerusalén lo demuestra; esclavos y libres son hermanos, como el caso de Filemón y Onésimo lo demuestra, y varones y mujeres son hermanos (como el uso habitual del término “hermana” por parte de Pablo lo demuestra [es importante notar que “hermana” en sentido teológico, es decir, como miembro pleno del pueblo de Dios, no era usado ni en el AT, ni en los apócrifos ni otros escritos judíos; es Pablo el que lo hace]).

El bautismo es generador de unidad en el Pueblo de Dios, ya no hay nada que diferencia a unos y otros en el acceso a Dios mismo, ya Cristo mismo ha abierto ese acceso y “en Cristo” todos “están revestidos”.

Ahora Pablo puede concluir toda esta unidad: siendo “de Cristo” todos son descendencia de Abraham, herederos según la promesa; la fe ya nos ha hecho “hijos” ¿qué más se puede esperar?




+ Evangelio según san Lucas     9, 18-24


Resumen: la pregunta fundamental es “quién es Jesús” y la respuesta es variada. La “multitud”, que anda con Jesús tiene una respuesta parcial, pero los discípulos deben profundizarla. Y esta respuesta supone un seguimiento exigente, como es exigente para Jesús ser un mesías y profeta que está a punto de dirigirse a Jerusalén donde sufrirá y será reprobado por las autoridades. Allí deben seguirlo cada día sus discípulos.

El texto de Lucas presenta un momento clave en el ministerio de Jesús según los Evangelios, y en los tres sinópticos ocupa un lugar fundamental. En Marcos culmina toda la primera parte, en Mateo es el eje del capítulo “eclesial” y en Lucas está concluyendo la etapa “galilea”, como veremos.

Mirando las diferencias con Marcos podemos ver fácilmente dónde radican los intereses de Lucas y –luego- qué quiere decir el evangelista. Notemos (resaltamos en Lucas los temas principales):


Mc 8,27-35
Lc 9,18-24
27 Salió Jesús con sus discípulos hacia los pueblos de Cesarea de Filipo, y por el camino hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que soy yo?»
8 Y sucedió que mientras él estaba orando a solas, se hallaban con él los discípulos y él les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?»
28 Ellos le dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que uno de los profetas».
 29 Y él les preguntaba: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?» Pedro le contesta: «Tú eres el Cristo».
19 Ellos respondieron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que un profeta de los antiguos había resucitado».
 20 Les dijo: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?» Pedro le contestó: «El Cristo de Dios».
30 Y les mandó enérgicamente que a nadie hablaran acerca de él.
21 Pero les mandó enérgicamente que no dijeran esto a nadie.
31 Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar a los tres días.
22 Dijo: «El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día».
32 Hablaba de esto abiertamente.
Tomándole aparte, Pedro, se puso a reprenderle.
 33 Pero él, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciéndole: «¡Quítate de mi vista, Satanás! porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres».
34 Llamando a la gente a la vez que a sus discípulos, les dijo:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.
23 Decía a todos:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.
35 Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará.
24 Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará.



Para empezar notemos que –como es habitual en los momentos importantes de Lucas- Jesús es presentado en oración (3,21; 5,16; 6,12; 9,18.28-29; 11,1; 22,41.44). Resulta extraño que Jesús esté “a solas” y a continuación estén con ellos discípulos. Lucas parece no percatarse de la contradicción, o no darle importancia ya que el contexto requiere su presencia. Lo cierto es que ante este momento importante, Jesús está en oración. Es que es fundamental para los Evangelios dar respuesta a la pregunta “¿quién es Jesús?” Y en este caso es una pregunta doble: quién es Jesús para la “gente” (ojlos), la muchedumbre (no “los hombres” como en Marcos). Hemos señalado en otras ocasiones que la “gente” resulta protagonista para Lucas, especialmente por ser no valorados por las elites; una de las características de la “gente” es que está con Jesús de allí la importancia de saber qué dice sobre él.

Lo que la gente dice no es totalmente falso (ni totalmente cierto). La comparación con profetas es particularmente importante en Lucas donde se destaca tan insistentemente que Jesús lo es. La idea de que es uno de los antiguos que “ha resucitado” no se encuentra en Marcos en esta parte, pero sí parcialmente en su paralelo de 6,16 (donde, por su parte, Lucas lo repite):



Mc 6,14-16
Lc 9,7-9
14 Se enteró el rey Herodes, pues su nombre se había hecho célebre.
Algunos decían: «Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos
y por eso actúan en él fuerzas milagrosas».
 15 Otros decían: «Es Elías»; otros: «Es un profeta como los demás profetas».
 16 Al enterarse Herodes, dijo: «Aquel Juan, a quien yo decapité, ése ha resucitado».
7 Se enteró el tetrarca Herodes de todo lo que pasaba, y estaba perplejo;
porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos;
 8 otros, que Elías se había aparecido; y otros, que uno de los antiguos profetas había resucitado.
 9 Herodes dijo: «A Juan, le decapité yo. ¿Quién es, pues, éste de quien oigo tales cosas?» Y buscaba verle.


A continuación de la opinión parcial de “la gente” importa la opinión de “ustedes” (= los discípulos), sin dudas se pretende que esta sea más integral. Pedro, en nombre de “los discípulos” afirma: “el Mesías de Dios”. Como en los restantes Evangelios, Hechos, y Pablo, Pedro ocupa un lugar preponderante en la comunidad, parece su vocero (8,45; 12,40; 18,28), aunque seguramente sea más importante que eso (22,31-32). Es llamado por este nombre x19 en Lucas, (y x12 llamado “Simón”) y en este texto es evidente que habla también en nombre de los demás (“ustedes”), de hecho ni Marcos ni Lucas señalan consecuencia alguna del dicho de Pedro, como sí lo hace Mateo.

Como es habitual en Marcos, Lucas repite el mandato de callar que toma de su fuente, y anuncia por primera vez su futura muerte. El lugar estratégico que esto ocupa en Marcos no parece tener la misma fuerza en Lucas, como se descubre al omitir el reproche de Pedro y la reacción de Jesús. Pero sí mantiene la estrecha relación entre la muerte del maestro y el futuro de los discípulos. Es habitual que Lucas omita en su Evangelio los momentos conflictivos y chocantes que puede evitar (lo cual es notable en el relato de la pasión), acá lo hace con Pedro; precisamente por la importancia que ocupará en la comunidad no parece conveniente su incomprensión (algo que –contrariamente- Marcos quiere resaltar expresamente, y Mateo pone en paralelo con su confesión).

Pero Lucas no omite la enorme exigencia que seguir a Jesús supone, y entonces añadirá que “tomar la cruz” es algo de “cada día” (v.23).

El terreno de la exigencia que implica reconocer “quién es Jesús” para aquellos que pretenden ser sus discípulos está preparado. La oración de Jesús es ejemplo para imitar, y junto con él ponerse en camino cada día detrás de la cruz. Hacia eso se encamina Jesús, a Jerusalén donde será asesinado como corresponde que ocurra con los profetas. De esto se trata el evangelio del próximo domingo.