sábado, 19 de diciembre de 2015

La alianza ¡ha vuelto!

¡La alianza ha vuelto!


Eduardo de la Serna



El verbo “liar” era utilizado, hoy casi por nadie, en el sentido de “atar”, “asegurar” o “envolver”. De aquí proviene nuestro castellano “alianza” que es la acción de “aliar”, “atar”, “asegurar”, etc.

Como se sabe, el término es importantísimo en la Biblia, tanto la Biblia hebrea como – un poco menos - la cristiana. El hebreo “berit” y el griego “diathêkê” se encuentran 286 y 391 veces respectivamente (obviamente en la segunda se incluyen las primeras en la traducción al griego de la Biblia hebrea). Es muy interesante – y motivo de muchos trabajos académicos – el análisis de los términos y sus usos. Sólo me detendré en unos pocos:


  • Una alianza característica era la que hacía un rey dominador con los pueblos vencidos. Obviamente era desproporcionada. No sólo exaltaba las maravillas del vencedor, sino que el vencido quedaba obligado a una serie de cosas (que hacer o que evitar), y se manifestaban los beneficios y perjuicios del sometido si cumplía o no con lo establecido. Todo esto era jurado ante las divinidades de ambos reyes y se los conoce como “pactos de vasallaje”.
  • Un aspecto de alianza que corre paralelo pero que en algún momento “tocará” la historia es la alianza matrimonial. Como en el mundo del entorno, el matrimonio es un “contrato” fijado por los padres y donde el que cuenta es el varón-esposo ya que la mujer-esposa es entregada en propiedad suya, pero – además de esto – se establece una alianza. El varón tiene una serie de responsabilidades y obligaciones, y la mujer muchas más (por ser vista como “propiedad” del varón). En este sentido, el divorcio es una ley en ligero beneficio de la mujer (ya que si la mujer era vista con otro varón era sancionada e incluso ejecutada, cosa que no ocurría con el varón salvo que estuviera con una “mujer-propiedad-de”), si el matrimonio establecía que “desde ahora yo soy tu marido, desde ahora eres mi mujer” (como se ve, visto desde la perspectiva del varón), la ley de divorcio (“repudio”) indicaba que “desde ahora no soy tu marido, desde ahora no eres mi mujer” con lo que al menos ella en adelante sí podía tener relaciones con otros varones ya que dejaba de ser propiedad de.
  • Con el tiempo, el pueblo de Israel establece una alianza con su Dios (“yo seré su Dios, ustedes serán mi pueblo”) y esta alianza parece ser influída por la alianza matrimonial. Israel es visto como esposa de Dios (y que – obviamente –no puede ir con otros “dioses-varones”). Pero lo que entra – en un principio marginalmente – es la dimensión del amor. El amor, menos en un primer momento, más en un segundo momento, es visto como parte fundamental de la alianza.
  • Como todas las alianzas, estas tienen signos (por ejemplo la circuncisión, los anillos, aros en la nariz, etc…), responsabilidades para ambas partes (a pesar de la “superioridad” también el marido tiene compromisos con la mujer).
  • La infidelidad del pueblo a la alianza lleva a algunos profetas (Jeremías, por ejemplo) a hablar de una “nueva alianza”, pero no se refiere a una alianza con otro pueblo sino a una nueva y más profunda alianza con el mismo Israel. El cristianismo de los primeros tiempos verá en este texto un indicio de su concreción en un “nuevo modo de ser Israel”, ya no en la circuncisión, sino en la “circuncisión del corazón” cosa que empieza a decirse del bautismo. Los primeros cristianos se siguen sabiendo parte de Israel, pero incorporados a él de un modo nuevo.
  • Los cristianos, entonces, especialmente en la carta a los Hebreos, se ven como el pueblo de la nueva alianza (que una posterior lectura algo o muy anti-semita lleva a algunos a decir que “Israel ha rechazado” esa alianza).


Pero en nuestras historias las alianzas no siempre son vistas desde una perspectiva semejante. 


  • Un buen ejemplo es la así llamada “guerra de la Triple Alianza”, es decir la “alianza” entre Argentina, Brasil y Uruguay para masacrar al digno pueblo paraguayo (motivados por los intereses británicos ante un pueblo que se negaba a ser “vasallo”). De allí que muchos prefiramos reemplazar la palabra alianza por otra y hablar de la guerra de la triple infamia. Más allá de que los defensores de la “historia oficial” sigan exaltándola.
  • Los “aliados” (la raíz de la misma palabra) remiten a la Segunda Guerra – que el Primer mundo llama “mundial”. Aunque Italia, Alemania y Japón también eran aliados, respondían a otra “alianza”, la de los “malos”. El triunfo de los “aliados” y la división del mundo en Yalta mostró a los débiles (los que no participaron de la guerra “mundial”) que ellos no serían beneficiados ganara quien ganare, por más atroz que el nazismo fuere. El stalinismo, y el capitalismo fueron lo suficientemente genocidas en la historia como para dudarlo.
  • Mirando nuestro país es sabida la experiencia de la así llamada “Alianza”. Un sector pseudo-progresista se alió al radicalismo – que vivía de la memoria de haberlo sido – fundamentalmente para ser “lo contrario a…” La experiencia fue catastrófica (sin que eso signifique negar que un eventual triunfo de Duhalde no lo hubiera sido a su vez). El país explotó (para ser precisos no sólo por la alianza sino por la larga consecuencia del neoliberalismo, pero del cual la “Alianza” era también expresión).
  • Hoy asistimos a nuevos aliados. Una nueva alianza que en nada se asemeja a la bíblica. Una alianza también nacida “contra” – dice que es contra el “populismo” [y fue excelente lo que esta semana dijo Camila Vallejos: “no veo populismo sino un pueblo empoderado”] y es evidente que será contra el pueblo: sea el futbol para todos, la salud y educación pública, en favor de ajustes, endeudamiento, re-privatizaciones, en favor de los empresarios que sólo quieren bajar salarios, flexibilización, manejar la economía y con ella la política, re “aliarnos” con los EE.UU… y podríamos seguir. Pero ya conocemos la receta.

Una nueva alianza asoma en el horizonte. Como era de esperar, los radicales están presentes cuando tomaron conciencia de su inexistencia eligiendo ser cola de león (algo a lo que nos tienen acostumbrados). El empresariado encabezado por uno de sus hijos (no muy lúcido, por cierto… quizás por eso más fácilmente maleable) proyectando “un país atendido por sus propios dueños”. Una nueva alianza asoma. ¡Dios nos libre, y tenga el pueblo memoria!

Foto tomada de blog.nuestroclima.com

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