sábado, 19 de diciembre de 2015

OC 20 Lucas (2) y la Iglesia

Lucas nos muestra a la Iglesia continuando la obra de Jesús

Eduardo de la Serna



Señalamos en nuestra nota anterior, que Lucas presenta a su comunidad, un Jesús profeta, evangelizador, en camino. Pero esto no queda allí, sino que en su segundo texto, quiere mostrar que esto continúa, y debe continuar, en la vida de los compañeros de camino de Jesús. En realidad, el libro que llamamos “Hechos de los Apóstoles” quiere mostrar –y comprometer- en la continuidad a sus destinatarios. Es, en realidad, un libro donde se destaca que “la palabra de Dios” se predica y va creciendo (2,41; 4,29.31; 6,4.7; 8,4.14.25; 10,36.44; 11,1.19; 12,24; 13,5.7.26.44.46.48.49; 14,25; 15,7.35.36; 16,6.32; 17,11.13; 18,5.11; 19,10.20; 20,32), y donde el Espíritu Santo guía este movimiento “hasta los confines de la tierra” (1,4-5.8). Por eso el paralelo entre Jesús y la comunidad es tan importante de principio a fin de la obra: 

- como Jesús (Lc 4,2), la Iglesia se prepara 40 días antes de empezar su misión (Hch 1,3); como Jesús (Lc 6,13), la Iglesia elige 12 para el ministerio (Hch 1,26); 
- como Jesús (Lc 3,22; 4,18), la Iglesia recibe el Espíritu Santo para acompañarla en su misión (Hch 2,4); 
- como Jesús (Lc 4,24.25-27), la Iglesia es y debe ser profética (Hch 2,17); 
- como Jesús (Lc 23,34.46), los testigos padecen la muerte (Hch 7,59.60); 
- como Jesús (Lc 9,51) se dirigen a Jerusalén, donde empezará su pasión (Hch 19,21); 
- como Jesús (Lc 23,2-7) son juzgados por el delegado romano que los interroga (Hch 24,1-10), son llevados ante Herodes (Lc 23,8-12; Hch 25,13-26,32), y ante el Sanedrín (Lc 22,66-71; Hch 22,30-23,5); el grupo judío reclama su muerte (Lc 23,14.18.21; Hch 21,36; 22,22; 24,5), y el procurador reconoce su inocencia (Lc 23,15; Hch 23,29; 25,18-19; 26,31); 
- como Jesús, todo ocurre para que “se cumplan las Escrituras”, “la Ley y los profetas” (Lc 24,27.44; Hch 28,23.25). 

El paralelo entre el ministerio de Jesús y el ministerio de la Iglesia es evidente, y todo esto ocurre porque el evangelizador Jesús envía a los suyos a continuar su obra hasta que vuelva “como lo han visto partir” (1,11). Es para eso que es enviado el Espíritu que acompañará a los enviados. 

Muchos autores y comentaristas han propuesto que el libro va mostrando una progresión geográfica, y avanza de Jerusalén, a Judea y Samaría y hasta los confines de la tierra, como está presentado en 1,8. Esto  parece justo, pero no destaca lo suficiente que el acento está precisamente en el crecimiento de la Palabra de Dios. Pero además, este crecimiento no es sólo geográfico, sino también histórico. La historia empieza con los “Doce” a los que llama “Apóstoles” (es decir: “enviados”). Pero estos Doce delegan una parte de su misión en Siete (6,1-6), que se dedican a “los griegos”, que predican en Judea y Samaría. Después, la palabra avanza hacia oriente, y llega a Antioquía, donde Bernabé y Pablo dan nuevos pasos evangelizadores (11,19-26). Luego Pablo sigue hacia la actual Turquía (15,41-16,10) y pasa a Europa (la actual Grecia, 16,11). Allí la estructura eclesial da un paso más, y se empiezan a delegar “presbíteros” que continuarán la obra de Pablo y los Doce (20,17-38). Así, se empieza a conformar una suerte de “cadena” de Tradición que presenta a los Doce, luego los Siete, luego Pablo, luego los presbíteros que son así los que van continuando en la historia la tarea eclesial de evangelizar geográfica e históricamente para continuar la obra de Jesús.

El libro de los “Hechos” parece más bien una predicación de cómo los seguidores de Jesús deben continuar en todo tiempo y lugar su obra evangelizadora, para lo cual cuentan con la guía y fuerza del Espíritu de Dios que les fue prometido. Así, el Evangelio llega hasta Roma, con Pablo (28,14). Y por eso no nos cuenta qué pasa con Pablo en Roma, si es liberado, si es condenado, si es matado o no… porque no es propiamente Pablo el que cuenta, para Lucas, sino el Evangelio que llegó a la Capital del Imperio para desde allí poder difundirse a todas partes (por aquello de “todos los caminos conducen a Roma”). Cuando el Evangelio llega a Roma, Lucas puede terminar su obra… ya quedó claro que los discípulos de Jesús deben continuar su tarea; cuentan –para eso- con el Espíritu Santo, pero no deben perder tiempo, no pueden quedarse “mirando al cielo”. La comunidad cristiana debe sentir –toda ella- que tiene la responsabilidad de anunciar el Evangelio, porque es continuadora de la obra de Jesús que vino a “evangelizar a los pobres”. Así, Lucas les escribe a los miembros de su comunidad contando quién es Jesús y también quiénes son ellos y cuál es su misión, destacando que son seguidores de Jesús y que como Él son elegidos por Dios para evangelizar hasta allí donde el Evangelio no es conocido. Como cristianos, leyendo el Evangelio de Lucas y los llamados “Hechos de los Apóstoles”, podemos sentirnos y descubrirnos llamados a seguir las huellas de Jesús en el camino evangelizador y saber que Dios no se desentiende de nosotros en esta tarea, para lo cual envía su Espíritu para darnos fuerzas, ánimo y luz para ser capaces de continuar su obra de anunciar “hasta los confines de la tierra” las buenas noticias de Dios a la humanidad, en especial a los que no lo conocen.


Dibujo tomado de ismaelojeda.wordpress.com

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