sábado, 19 de diciembre de 2015

OC 6 La predicación de Pablo

La predicación de Pablo


Eduardo de la Serna




            No sabemos con seguridad cómo era el modo de evangelizar que tenía Pablo. La narración de Hechos de los Apóstoles es sin duda esquemática y teológica, y Lucas la repite de modo idéntico en todos los casos. En cambio, hay dos elementos que emergen de las cartas que nos permiten vislumbrar la metodología paulina.

            Para comenzar, sabemos que Pablo trabajaba manualmente (1 Cor 4,12; ver 2 Tes 3,8). Esto no es solamente un tema económico. Para el mundo greco-romano, el trabajo es propio de los esclavos; un hombre importante se dedica al ocio, a “filosofar”, el trabajo es propio de servidumbre, de los esclavos. Obviamente, es muy diferente la concepción judía del trabajo. Los más importantes rabinos trabajaban, Jesús trabajaba, y también Pedro. No es diferente el caso de Pablo, que por lo que parece trabajaba fabricando y reparando tiendas, es decir, carpas (Hch 18,3). Multitud de caravanas atravesaban los caminos del imperio romano llevando y trayendo mercadería hacia los puertos para -desde allí- atravesar los mares en temporada, o a las grandes ciudades, para proveerlas de lo necesario. Esas caravanas, necesitaban carpas para las paradas en los caminos y desiertos, y era oportuno repararlas o proveerse de nuevas en las mismas ciudades donde se llegaba esperando nuevos embarques. Hacia allí se dirige Pablo: no es por casualidad que muchas de las comunidades fundadas por él se ubican en puertos o lugares centrales de las vías romanas.

            No es improbable que un fabricante de tiendas se dirija al “barrio de los tejedores” y allí consiga trabajo para la estancia en la ciudad. Una vez en su puesto de trabajo, como buen oriental, Pablo habla interminablemente mientras cose tiendas. Así, trabajando -y no siendo mantenido por la comunidad, por lo que “no les debe nada” (ver 1 Cor 9,18)- Pablo va predicando a los clientes, transeúntes y vecinos. Así, entre los vecinos se va preparando el terreno para el nacimiento de una pequeña comunidad, pero también entre los mercaderes, Pablo “siembra”. Estos se irán a otros puertos, en otras direcciones, sin rumbo conocido, pero el Evangelio ya ha sido sembrado. Nadie sabe dónde irán, cómo se desarrollará, ni qué pasará, pero “Cristo es predicado” (Fil 1,18); al fin y al cabo, si Pablo predica “Dios es el que da el crecimiento” (1 Cor 3,6).

            Por otro lado, es bastante probable que Pablo los sábados participara de los lugares judíos de reunión y oración (es interesante que la palabra “sinagoga” no aparece ni una sola vez en los escritos paulinos) y allí tomara en alguna ocasión la palabra. Entre los nombres de discípulos que encontramos en las cartas de Pablo, hay bastantes nombres judíos como puede verse en los saludos de Rom 16,3-16.

            De este modo podemos distinguir por un lado aquellos a los que Pablo predica pero luego siguen su propio camino, de aquellos a los que predica, judíos y paganos, y forman más de una pequeña comunidad -“Iglesias”- en la ciudad.

            En algunos casos, Pablo permanece bastante tiempo en las ciudades formando las comunidades y predicando; tal parece el caso de Efeso y Corinto, por ejemplo (ver Hech 18,11; 19,10). En otras ciudades, Pablo es expulsado a causa de conflictos, de los que hablaremos en otra ocasión; tal es el caso de Filipos, y Tesalónica (Hch 16 y 17; 1 Tes 2,2.17).

            Pero una vez ocurrido el alejamiento de las comunidades, sea por el comienzo de nuevas misiones, o por la expulsión, en muchas ocasiones surgen dudas, preguntas, novedades, conflictos que requerirían la presencia del Apóstol. Es en este contexto en el que surge un nuevo modo evangelizador: las cartas. Estas son con frecuencia un reemplazo de la presencia de Pablo; incluso en alguna ocasión da una breve respuesta a la pregunta mientras que lo demás “lo dispondré cuando vaya” (1 Cor 11,34). Es importante señalar que Pablo no escribe cartas para desarrollar temas, sino que todas sus cartas nacen de ocasiones particulares surgidas de las comunidades. Pablo es un pastor, un evangelizador, e incansablemente predica sea por escrito, desde su lugar de trabajo, en el lugar de reunión de las comunidades judías, las comunidades, las calles y caminos. Como al profeta Jeremías, a Pablo la palabra “le quema por dentro” (ver Jer 20,9), el “tiempo es corto” (1 Cor 7,29) y no hay tiempo que perder, para eso también Pablo fue “separado desde el seno de mi madre” y llamado por su gracia (Gal 1,15): “¿Cómo invocarán a aquel en quien no han creído? Cómo creerán en aquel a quien no han oído? ¿Cómo oirán sin que se les predique?” (Rom 10,14).



Foto tomada de http://buildingawhale.blogspot.com/2011/08/la-tienda-beduina.html

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